ARGENTINA ARRANCA JUNIO CON TODO
INTRODUCCIÓN
Empezó junio y la economía argentina volvió a hacer ruido. Pero esta vez, no fue sólo un número o un dato aislado: fue un cúmulo de señales que, juntas, activaron las alarmas del mercado. La bolsa cayó con fuerza, los bancos se desplomaron, el Congreso se volvió campo de batalla legislativa, y el nuevo bono que intentó calmar las aguas apareció más como maniobra que como solución estructural.
Todo eso pasó en una semana. Y no pasó en silencio.
El mercado no sólo reacciona a lo que ocurre, sino a lo que anticipa. Y lo que anticipa hoy es tensión. La política mete presión sobre el presupuesto, el oficialismo resiste como puede, y el termómetro de la economía —el Merval, el dólar, las reservas— lo refleja sin filtro.
En medio de eso, una efeméride incómoda: los 50 años del Rodrigazo. No por nostalgia, sino porque algunos paralelismos duelen.
EL MERCADO EN ARGENTINA: LA SENSIBILIDAD DE UN TERMÓMETRO POLÍTICO
1. Argentina y Merval a la baja: ¿ruido o señal?
El índice Merval cayó fuerte en la semana, y no fue una corrección técnica cualquiera. Las bajas más pronunciadas se dieron en los sectores con mayor ponderación: bancos y energéticas. El golpe fue de tal magnitud que varios activos quebraron soportes clave como la EMA de 150 días, y se acercan peligrosamente a la de 200.
El volumen operado, además, fue superior al promedio, lo que marca no solo una corrección sino una huida. Lo que inquietó no fue solo el número, sino el porqué: el mercado intuye que la política está por meterse en el tablero de juego con los tapones de punta. Y cada vez que eso ocurre, la reacción suele ser defensiva.
2. Bonte 2030: ¿inversión o trampa para incautos?
El Bonte 2030 debutó en el mercado con un formato llamativo: bono en dólares pero que paga intereses en pesos, pensado para inversores no residentes. Tasa del 29,5% en moneda local, cupones semestrales, y una cláusula “put” a partir de 2027. Todo cierra hasta que uno mira la letra chica: el riesgo cambiario sigue ahí, y más aún si se tiene en cuenta el contexto electoral de ese año.
El put opcional en 2027 se explica: el Gobierno quiere evitar una salida masiva de capitales justo en un año electoral. Pero ¿quién garantiza que ese mecanismo no se tensione si hay un cambio de signo político? Nada. El Bonte es eficaz para sumar reservas hoy, pero podría ser una bomba de tiempo mañana.
3. BCRA: reservas, confianza y opacidad
Se esperaba que el Bonte sume cerca de 1.000 millones de dólares a las reservas. La cifra real aún no está clara. Y esa opacidad también juega. El mercado necesita señales, no misterios. Si la confianza es un intangible, el BCRA no está ayudando a construirla con su manejo comunicacional. En un país donde la incertidumbre cotiza más que el dólar, cada dato cuenta.
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POLÍTICA Y MERCADO: UNA RELACIÓN TÓXICA ARGENTINA
1. Diputados: quórum, jubilaciones y el fantasma del déficit en Argentina
La oposición logró reunir quórum en Diputados para tratar la actualización de jubilaciones y la prórroga de la moratoria previsional. Desde el punto de vista humano y social, nadie podría oponerse a mejorar los haberes mínimos. Pero el mercado no tiene corazón: tiene planillas de Excel. Si se amplía el gasto sin financiamiento claro, el riesgo país se dispara.
El Gobierno de Milei ha construido su credibilidad sobre el dogma del déficit cero. Romper ese contrato —aunque sea parcialmente— sería dinamitar el pilar que sostiene toda su arquitectura económica. El mercado lo sabe. Y reacciona.
2. De la ley al veto: el largo camino legislativo
Aunque Diputados avance, falta el Senado. Y aún si se aprobara todo, el presidente podría vetarlo. Pero la reacción del mercado no espera la firma del boletín oficial: castiga por anticipado. La lectura de los fondos institucionales es clara: cualquier desvío del plan fiscal, por pequeño que sea, se paga caro.
Además, está la señal política: que la oposición pueda imponer agenda muestra que el oficialismo no tiene control del Congreso. Esa debilidad institucional se traduce en mayor percepción de riesgo.

EL ESPEJO RETROVISOR: ARGENTINA A 50 AÑOS DEL RODRIGAZO
1. Del congelamiento al caos
El pacto social del 73 congeló precios y salarios para frenar la inflación. Pero no frenó la emisión. Resultado: inflación reprimida, desabastecimiento, tipo de cambio ficticio y atraso tarifario. Cuando Rodrigo liberó todo en junio del 75, la olla explotó.
El Rodrigazo disparó la inflación al 300%, licuó salarios y anticipó el colapso político. Fue una advertencia brutal: los desequilibrios no desaparecen, solo se acumulan.
2. Salarios vs. combustibles: la batalla perdida
El caso del combustible es paradigmático: subió 180% en un año. Los salarios, apenas 40%. Esa asimetría explica el malhumor social que llevó a la CGT a marchar contra un gobierno peronista. Cuando el trabajador siente que su sueldo no vale nada, todo tambalea.
3. ¿Hay paralelismos reales hoy?
Sí. Hay atraso cambiario, distorsión de precios relativos, riesgo de shock tarifario. Pero también hay diferencias: el BCRA no emite a mansalva, existe acceso al mercado de capitales, y la sociedad aprendió a leer los síntomas. No estamos en 1975, pero tampoco podemos dormirnos.
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CÓMO CUBRIRSE EN UNA ECONOMÍA COMO LA ARGENTINA
1. Bonos CER y Dollar Linked
Los bonos CER ajustan por inflación y hoy rinden entre 8% y 12% real anual. Son ideales si uno espera que la inflación no se derrumbe. Los Dollar Linked, en cambio, sirven si uno cree que puede haber una devaluación brusca. Ambos son escudos útiles en un país donde el riesgo macro nunca descansa.
2. Plazos fijos UVA y fondos indexados
Los UVA son el instrumento más conservador que aún protege del IPC. Rinden inflación más un pequeño adicional. No se hacen ricos, pero evitan empobrecerse. Los fondos comunes que invierten en CER o Dollar Linked permiten acceso más simple y diversificación automática.
3. La nueva clase media inversora
Hoy, millones de argentinos invierten desde el celular. Usan brokers digitales, compran CEDEARs, siguen el tipo de cambio por Twitter. Esta revolución silenciosa no es menor: implica que, ante un shock, ya no corren todos al dólar billete. Diversifican. Piensan. Evalúan.
EL CICLO DE LOS MERCADOS
1. Hipótesis 2020-2025: del piso a la cresta
Estamos llegando a la parte alta del ciclo iniciado en 2020. Ya no hay precios de regalo. La tendencia sigue siendo alcista, pero las valuaciones están estiradas. La ecuación riesgo-beneficio cambió: ahora hay más que perder que ganar.
2. ¿Burbuja o corrección sana?
Aún no hay señales claras de burbuja. Pero sí se ven correcciones que podrían anticipar un agotamiento. El MACD mensual sigue positivo, pero el RSI ya perdió zonas de euforia. El mercado se está tomando un respiro, y hay que ver si es para seguir o para volver atrás.
3. Cada inversor con su límite
El que entró en 2020 tiene margen. El que entró hace tres meses, no. Saber hasta dónde uno tolera la caída es clave. Y sobre todo: no enamorarse de los activos. En un mercado volátil como el argentino, el apego es una receta para perder plata.
MIRADA REGIONAL Y GLOBAL
1. Argentina: un país para traders, no para abuelos
El largo plazo en Argentina es una fa. Nontasia hay consistencia institucional, ni seguridad jurídica. Pero a corto plazo, con buen timing, se pueden lograr rendimientos bestiales. El que sabe surfear la ola, gana. El que espera sentado, se ahoga.
2. Brasil y China: puntos de entrada
Brasil sigue con su moneda débil, lo que da margen de apreciación futura. China parece haber tocado fondo con un doble piso. Ambos mercados ofrecen recorridos potenciales que Argentina ya no tiene. Son jugadas más arriesgadas, pero también más rentables si se acierta.
3. La clave: mirar la moneda antes que la bolsa
En los emergentes, la moneda manda. Si el peso se aprecia, el Merval sube. Si se devalúa, todo lo demás cae. Por eso, el verdadero “asset” a seguir no es el índice, sino el tipo de cambio real. Quien no entiende eso, está apostando con los ojos vendados.

ENTRE EL CICLO Y LA TRAMPA DE SIEMPRE
Argentina vive un momento de aparente transición, pero la pregunta de fondo es si esta vez es distinta o si todo esto es apenas una nueva vuelta al mismo laberinto. Por un lado, hay señales de racionalidad fiscal, intento de acumulación de reservas, herramientas financieras modernas y una clase media más preparada.
Por el otro, los fantasmas de siempre: la política peleando con la aritmética, el cortoplacismo disfrazado de justicia social, y la tentación de romper el chanchito para bancar votos.
El mercado es un animal emocional, pero también tiene memoria. Y la memoria dice que, cada vez que Argentina coquetea con el populismo fiscal, la historia termina mal.
Los bonos se desploman, el riesgo país vuela, y la confianza se evapora. La historia también muestra que, cuando se apuesta por la coherencia, los ciclos positivos pueden durar. Pero para eso se necesita más que un buen plan: hace falta sostenerlo.
El Bonte 2030 es un ejemplo perfecto: ingenioso, atractivo, pero con fecha de vencimiento político. ¿Qué pasará en 2027? Nadie lo sabe. Pero ese es el punto: si todo depende de una elección, entonces nada está del todo firme.
El Rodrigazo no fue solo un evento económico: fue el símbolo de una clase dirigente que eligió no elegir, que pateó la pelota hasta que explotó. La enseñanza no es evitar los ajustes, sino hacerlos con reglas claras, previsibles y sin trampa. Hoy hay herramientas para cubrirse, pero también hay margen para que todo salga mal si se pierde el rumbo.
Argentina no necesita milagros. Necesita coherencia, disciplina y un poco de suerte. Pero sobre todo, necesita aprender que no hay atajos. Que los mercados no perdonan incoherencias. Que la política no puede seguir funcionando como si los números fueran opcionales.
El desafío es enorme, pero no imposible. Y el tiempo, como siempre, juega en contra. Quien no entienda eso, está condenado a repetir el ciclo. Y no siempre hay margen para sobrevivirlo.
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