Uno de los temas más importantes —y menos entendidos— del nuevo esquema económico argentino es el carry trade. Y no, no es un concepto para traders de traje y corbata. Es algo que, si tenés pesos o dólares y te estás preguntando qué hacer, te atraviesa de lleno. Porque en el fondo, la gran pregunta de hoy es simple: ¿me conviene estar en tasa en pesos o dolarizarme?
Para responder eso, hay que entender cómo funciona este nuevo sistema de tipo de cambio flotante con bandas. Y sobre todo, entender el rol que juega el arbitraje entre moneda y tasa. Porque sí, volvió la bicicleta, volvió el carry trade, y hay que saber cómo se mueve esa ficha.
LA NUEVA DINÁMICA DE LAS BANDAS
El régimen de bandas cambiarias que se implementó tiene una lógica bien distinta a la del crawling peg anterior:
- El techo de la banda sube 1% mensual.
- El piso de la banda baja 1% mensual.
- Ambos se ajustan diariamente, de forma automática.
Eso hace que, con el tiempo, la banda se vaya abriendo, dejando espacio para que el dólar flote dentro de un canal amplio, pero sin riesgo de dispararse ni de quedarse planchado.
Por ejemplo: si hoy el dólar está en $1175, y el techo está en $1350 (por decir un número), hay espacio para que suba, pero también para que baje. No hay una presión artificial.
Y lo más importante: el mercado sabe dónde están los límites, y eso ordena.
¿Y QUÉ HIZO EL BCRA ESTAS DOS SEMANAS?
Nada. Ni compró ni vendió.
Fueron ocho ruedas —una semana corta y otra de cinco días— donde todo el movimiento del dólar fue puro mercado. Sector privado comprando y vendiendo. Sin intervención oficial.
Y eso, en sí mismo, es una señal.
El lunes, por ejemplo, el dólar cayó fuerte y se acercó al piso. Pero cuando rebotó hacia la mitad de la banda, alrededor de los $1175/$1180, empezaron a aparecer muchos vendedores. En la jerga, el mercado se puso “vendedor”.
¿Querés una prueba? Mirá la caja de puntas del CAM 1 (el segmento mayorista donde se opera el dólar oficial). Gracias a una captura de Target de Mercado en Twitter, se puede ver algo clarísimo: poca demanda y mucha oferta.
Del lado comprador, un par de órdenes grandes —uno pedía 5 millones, otro 1.5 millones— pero muy pocos en total. Del lado vendedor, una fila larga: 3 millones, 5 millones, 10 millones… a precios entre $1170 y $1177.
Cuando ves eso, la conclusión es automática: hay más gente queriendo vender que comprar. El activo está ofrecido. Y si está ofrecido, lo más probable es que baje.
¿Y por qué tanta oferta? Porque el mercado estaba recontra sobrecomprado. ¿Te acordás lo que pasó los últimos meses del Crawling Peg?
- Importadores adelantaron todo lo que pudieron (porque sabían que el régimen cambiario iba a cambiar).
- Exportadores se aguantaron todo lo que pudieron (porque sabían que el nuevo régimen les iba a convenir).
Entonces ahora, los importadores ya no tienen apuro por comprar dólares: ya se stockearon. Y los exportadores, que se habían aguantado, ahora tienen que vender. Encima estamos en abril-mayo, plena época de cosecha gruesa. La estacionalidad juega a favor de la oferta.
Resultado: mucha oferta, poca demanda. El dólar está ofrecido. Baja.
PERO… ¿Y EL CARRY TRADE?
Acá aparece el corazón del asunto: la bicicleta financiera. Y aunque suene complejo, es muy simple.
Si alguna vez pensaste “¿qué hago con mis pesos? ¿Me quedo en tasa o me paso a dólar?”, estabas haciendo un carry.
Y si sos el tipo que dice “yo amo al peso, ahorro en pesos”, como cierto personaje del canal estatal del gobierno anterior… bueno, estabas haciendo carry trade y no lo sabías.
Vamos a ver cómo funciona la bicicleta en el nuevo esquema.
PASO 1: VENDER DÓLARES
Arrancás vendiendo dólares. Podés hacerlo en el MEP, en el oficial o en el mercado que más te pague. Lo lógico es ir donde te den mejor precio.
Eso ya genera un arbitraje: si el MEP está más caro que el oficial, todos van a vender ahí. Si el spread se amplía mucho, el mercado arbitra y lo achica.
PASO 2: COMPRAR LECAP EN PESOS
Con esos pesos, comprás una letra del Tesoro, como una LECAP. Elegís una con vencimiento corto, por ejemplo a agosto.
Y la mantenés hasta el vencimiento. No es para hacer trading intradía. No es que si el dólar sube 2 pesos al otro día, ya perdiste. No funciona así.
De hecho, JP Morgan recomienda a sus clientes hacer exactamente eso: vender dólares, comprar letras a agosto y sentarse a esperar. Recién ahí vas a saber si la operacion (la bicicleta) fue negocio o no.
PASO 3: RECOMPRAR DÓLARES
Cuando vence la letra, volvés al dólar. Ahí cerrás el ciclo.
Seba, asesor de Clave, armó una matriz que muestra cómo cambia el resultado dependiendo del tipo de cambio de salida.
- Si el dólar sube hasta el techo de la banda en ese momento, el carry da pérdida.
- Si se queda en el medio o baja, ganás plata.
Entonces, la rentabilidad de la bicicleta depende de tres cosas:
- A qué precio vendés el dólar al inicio.
Qué tasa te paga la LECAP. - A qué precio recomprás el dólar al final.
Cuando el dólar sube, tenés más pesos para invertir. Eso mejora la tasa efectiva de tu bicicleta. Por eso, cuando sube, se vuelve atractivo vender dólares y entrar a tasa.
¿Y qué pasa si todos hacen eso? El dólar baja.
Entonces, cuando baja, los que estaban en tasa ven atractivo recomprar dólares y cerrar la operacion.
Este juego constante de arbitraje —vendo cuando sube, compro cuando baja— acota la volatilidad del dólar y lo mantiene cerca del centro de la banda. Es un mecanismo de autorregulación.
¿Y SI EL DÓLAR SE VA AL DIABLO?
Vos podés decir: “¿Y si el dólar explota? ¿Y si se va a 1500 y se rompe todo?”
Bueno, ahí aparece el gran backstop: el BCRA tiene USD 20.000 millones líquidos para intervenir si hace falta. Y esta semana se sumó otra novedad potente: el Tesoro de Estados Unidos —sí, de Estados Unidos— dijo que está dispuesto a rescatar a Argentina si hay un shock externo.
Algo así solo pasó con México durante el “efecto tequila”.
Ese dato cambia todo. Porque incluso si nunca se activa, genera expectativa. Y eso calma el mercado.
Entonces, aunque el dólar suba un poco, parece poco probable que haya un salto descontrolado como con Macri. Hay red. Hay freno. Hay guardavidas.
¿Y POR QUÉ EL BCRA NO COMPRA CUANDO BAJA?
Buena pregunta. Esta semana, cuando el dólar oficial bajó a menos de $1100, todos se preguntaban lo mismo: ¿por qué el Central no aprovecha y compra? Si tiene que cumplir la meta de reservas… ¿qué espera?
La respuesta es: porque si compra, cambia la expectativa. Si el BCRA se mete del lado de la compra, le cambia la cara a la caja de puntas. Aparece demanda fuerte y el precio deja de bajar.
Entonces, el Central prefiere desaparecer. Se va del mercado. Ni compra en $1000. Solo va a comprar en $990 o menos.
Eso mantiene el mercado bien ofrecido, y la tendencia bajista del dólar continúa sola.
¿Y la meta de reservas? ¿Se incumple? Puede ser. Pero hay otras formas de cumplirla, sin comprar en el mercado:
- Repos con bancos internacionales (cuentan como reservas)
- Emisión de bonos del Tesoro en dólares.
- Transferencias de organismos multilaterales.
- Revaluación del oro del BCRA (sí, eso también suma).
- El Tesoro compra dólares para pagar deuda (transitoriamente, eso también suma).
Y si nada de eso alcanza, se pide un waiver y listo.
LA “CAJA DE PUNTAS”
En la jerga de los operadores, se habla de la caja de puntas. Eso es simplemente ver qué hay del lado comprador y del lado vendedor en el mercado.
Esta semana, la caja fue clara: muy poca demanda y mucha oferta. Órdenes grandes para vender, a precios competitivos, y poca disposición del otro lado para pagar más.
Eso genera una sensación de “dólar ofrecido”, o sea: el dólar está pesado. No hay compradores dispuestos a convalidar precios altos, y los que tienen dólares los quieren vender, porque sienten que puede seguir bajando.
Este comportamiento, por ahora, no tiene intervención oficial. El BCRA no compró ni un dólar en los primeros días de este nuevo régimen. Ni siquiera cuando el precio bajó a niveles cercanos al piso de la banda.
Y esa inacción —aparentemente pasiva— es, en realidad, una jugada activa: dejar que el mercado se regule solo, que el precio lo ponga la oferta y la demanda, y que el dólar encuentre su equilibrio sin asistencia ni controles.
ROLLOVER DE DEUDA Y EL FAMOSO “PUNTO ANKER”
Otro tema que esta semana generó ruido —del bueno y del incómodo— fue la última licitación de deuda en pesos del Tesoro Nacional. ¿Qué pasó? Que solo el 70% de los vencimientos se renovó, y el otro 30% pidió la plata. O sea: hubo rollover parcial.
Esto, que para algunos puede sonar como un dato técnico menor, prendió algunas alarmas en el mercado y abrió un debate interesante. ¿Qué significa que el 30% no haya rolado? ¿Es una señal de desconfianza, o es algo más sano?
Desde el gobierno salieron a dar su interpretación: es el famoso “punto Anker”. ¿Qué es eso? Es un concepto que figura en un informe de la consultora Anker —fundada por Caputo, Furiase, Bausili, el mismo equipo que hoy está en el poder—, donde se planteaba que, en determinado momento del programa económico, iba a pasar lo siguiente:
Por efecto del ajuste y la recuperación económica, los bancos iban a empezar a necesitar pesos. ¿Para qué? Para prestarlos al sector privado, que empieza a demandar crédito. Entonces, en vez de seguir renovando deuda del Tesoro, iban a pedir el efectivo. Ese era, para ellos, el punto Anker. Un punto de inflexión.
El gobierno sostiene que eso es exactamente lo que está pasando: los bancos no renovaron el 30% porque necesitan esos pesos para volcar al crédito, porque la economía real lo está pidiendo.
Ahora bien, no todos compran esa lectura tan lineal.
Hay quienes dicen que puede haber otras razones: por ejemplo, que los bancos prefieren tener liquidez por las dudas, si hay una corrida o si la gente va a buscar los pesos. O que simplemente quieren cubrirse, sin confiar tanto en lo que viene.
El debate está abierto. Pero para darle contexto, miremos el EMAE, que es el estimador mensual de actividad económica (una especie de “PBI mensualizado”). ¿Qué muestra? Que la economía viene creciendo con fuerza, especialmente por sectores como agro, energía y minería. No tanto por consumo o supermercados, pero sí en sectores de inversión real.
Entonces, si uno toma esa foto, la teoría del punto Anker cobra algo de sentido: hay más actividad, más demanda de crédito, más necesidad de pesos.
Ahora bien, hay un detalle clave: ese 30% que no se renovó, ¿con qué plata se pagó?
Acá viene la parte jugosa.
En otras oportunidades, cuando el Tesoro tenía que devolver pesos por bonos no renovados, usaba superávit fiscal. Los pesos estaban ahorrados en una cuenta en el BCRA. Fin de la historia.
Pero esta vez salieron de otro lado. El Banco Central anunció un giro de utilidades al Tesoro. Es decir: ganancias contables del BCRA que se “remiten” al Tesoro como plata fresca.
¿Y eso qué es? Es emisión monetaria, lisa y llana.
¿De cuánto estamos hablando? 19 billones de pesos. Sí, leíste bien: casi cuatro veces lo que se necesitaba para cubrir la licitación. Una bomba de plata.
Y ahí salta la pregunta obvia: ¿no era que este gobierno no emitía más? ¿No estaba prohibido? ¿No era parte central del programa?
Bueno… vamos a analizarlo.
Desde el oficialismo explican que esta emisión, en realidad, es neutra desde el punto de vista monetario. ¿Por qué? Porque no se emite para cubrir déficit, ni para financiar gasto, ni para pagar sueldos. Se emite para abastecer una demanda genuina de dinero del sector privado.
Dicho de otro modo: si la economía está creciendo, hay más transacciones, más crédito, más actividad, entonces se necesitan más fichas para jugar. Si no, el sistema se traba.
Y si la demanda de dinero crece, emitir no es inflacionario. De hecho, en cualquier economía sana, cuando se expande la actividad, la base monetaria también crece. No se puede jugar al truco con tres cartas para todo el pueblo.
Entonces, si los bancos piden los pesos para prestarlos, y el Central los emite para abastecer esa necesidad, el efecto monetario es teóricamente neutro. Eso dice el manual.
Ahora bien, la narrativa es otra cosa. Porque el gobierno venía con un discurso de “cero emisión”, “base monetaria constante”, “prohibido emitir”. Y esta movida rompe un poco esa imagen.
¿Es grave? No necesariamente. Pero es ruido.
En definitiva, hubo emisión. Hubo un giro fuerte del Central al Tesoro. Se usó para pagar deuda no renovada. Y eso convive con la idea de que no se emite más.
Se puede justificar técnicamente. Puede ser monetariamente neutro. Pero hay que hacerse cargo del relato.
MERCADO GLOBAL Y GOOGLE: QUÉ NOS DICEN LOS NÚMEROS DE LOS QUE LA ROMPEN
Mientras en Argentina se discutía el crawling peg, la bicicleta y las letras en pesos, afuera el mundo tuvo una semana brillante en los mercados financieros. Y no fue por casualidad: hubo movimientos positivos en los principales índices, rebotes técnicos que ilusionan, y algunos resultados corporativos que directamente te hacen pensar “che, ¿no estaría bueno meter una fichita en estos monstruos?”.
Vamos por partes.
¿QUÉ PASÓ AFUERA?
Los índices norteamericanos —especialmente el S&P 500— tuvieron una semana muy buena. El gráfico semanal muestra un velón verde que cierra en los máximos, por encima de los 5500 puntos. Técnicamente, sigue siendo un rebote dentro de una tendencia bajista, pero ya hay pistas de que el piso estaría en la zona de 4800.
¿Querés una señal más clara de cambio de tendencia? Hay dos posibles:
- Que el mercado retroceda un poco, pero marque un mínimo más alto que el anterior (clásico patrón de reversión).
- Que rompa fuerte los 5700 puntos, donde está la media de 200 ruedas y un soporte clave del pasado.
Eso activaría un nuevo ciclo alcista serio.
Y esto no es solo un fenómeno yankee. El ETF de mercados emergentes (EEM) también mostró una semana positiva, subiendo cerca del 4% y respetando su tendencia alcista de máximos y mínimos ascendentes. Hace dos semanas amagó con romper esa estructura, pero se acomodó dentro de la figura técnica y ahora sigue en camino.
¿Otro dato? Bitcoin. Sí, ese. El cripto volvió a encenderse: subió más de un 10%, superó una línea de resistencia clave y quedó en zona de volver a testear sus máximos históricos. Técnicamente está rompiendo una tendencia bajista, y si eso se confirma, puede haber fuego.
Y LAS NOTICIAS?
Esta semana se alinearon varios planetas:
- Tensión China-EE.UU.: bajó la espuma. Desde el gobierno de Trump, empezaron a mostrar un tono más moderado respecto a la guerra comercial. Incluso se dejaron trascender intenciones de acuerdo.
- Trump y la Fed: la presión de Trump sobre Jerome Powell venía escalando, pero ahora el presidente se mostró más conciliador. Dijo que no quiere echarlo. Eso calmó a los mercados.
Datos económicos: los PMI (índices de actividad) de EE.UU. vinieron bien. El de servicios flojeó un poco pero sigue por encima de 50 (lo que indica expansión). Y el manufacturero sorprendió al alza.
¿El mejor dato? Uno irónico: Bank of America recomendó vender acciones después del rebote. ¿Por qué es bueno? Porque suele pasar que cuando estos bancos grandes dicen “vendé”, el mercado ya hizo piso. Es la clásica “opinión contraria”: cuando todos te dicen que vendas, tal vez sea hora de comprar.
EL CASO GOOGLE: BALANCE BRILLANTE, PRECIO RAZONABLE
Dentro de esta temporada de balances que está siendo muy buena (el 73% de las empresas superaron expectativas), una de las estrellas fue Google (Alphabet).
El balance del primer trimestre de 2025 fue excelente, por donde lo mires:
- Ingresos totales: USD 90.200 millones (+12% interanual).
Publicidad digital (core del negocio): USD 67.000 millones (+8%). - YouTube Ads: +10%.
Google Cloud: USD 12.000 millones (+28%).
Sí, leíste bien: YouTube solo genera lo mismo que todo Netflix. Google juega en otra liga.
Además, no solo factura: gana mucha guita. Los márgenes son espectaculares:
- Bruto: 60%
- Operativo: 34%
- Neto: 38%
Y el beneficio neto creció un 46% interanual. Bestial.
La empresa, además, está hiper capitalizada: tiene más de USD 95.000 millones en caja y apenas USD 22.500 millones de deuda. Caja neta de 72.000 palos. ¿Queda claro que no tiene problemas financieros?
Y encima, hace recompras de acciones todos los años, a razón del 2% del capital, lo que eleva el beneficio por acción sin hacer nada. Este trimestre recompró por USD 15.000 millones y pagó dividendos por USD 2.400 millones. También anunció un nuevo plan de recompra de USD 70.000 millones.
¿ESTÁ CARA?
No. Al contrario. Google cotiza a:
- PER (precio/utilidad): 18 → el más bajo en años.
- Price to Sales: 5,4 → también bajo para su historia.
- Price to Free Cash Flow: 26,4 → en línea con su media.
O sea, está barata para lo que genera, y para lo que puede seguir creciendo.
Se hizo una estimación de valor intrínseco con tres escenarios (conservador, moderado, optimista). En todos, el valor estimado es más alto que el precio actual (USD 161):
- Escenario conservador: USD 146 (con crecimiento de solo 8% anual).
- Moderado: USD 170
- Optimista: USD 197
Y proyectando a 5 años, el precio objetivo puede llegar a USD 290, lo que da un upside del 80% (o un 12,5% anual compuesto).
¿Y TODO ESTO QUÉ TIENE QUE VER CON VOS?
Mucho.
Porque más allá de si invertís o no en Google, lo importante es cómo se hace un análisis real, con método. Entender qué negocios crecen, qué balances muestran fortaleza, y cuándo el mercado se pasa de rosca subiendo o bajando.
El mensaje no es “comprá Google sí o sí”, sino pensá como un inversor real. Buscá empresas que ganan plata, que crecen, que reparten dividendos, que recompensan al accionista. Porque en el largo plazo, las acciones tienden a reflejar la realidad del negocio.
Y eso —en un mundo cada vez más volátil— es tu norte.