Home / NOTICIAS / CEPO AL DÓLAR Y POLÍTICA MONETARIA EN ARGENTINA

CEPO AL DÓLAR Y POLÍTICA MONETARIA EN ARGENTINA

Un análisis realista, sin vueltas, del nuevo rumbo económico argentino
No ver el dólar como si fuera un horóscopo, sino como una brújula.


El Banco Central, esa bestia mal entendida

Durante décadas, el BCRA fue tratado como una máquina de hacer billetes sin consecuencias. Cuando la economía se trababa, ahí estaban los pesos mágicos. Pero esa forma de manejar las cosas nos salió carísima: inflación crónica, pérdida de reservas, credibilidad por el piso. Como cuando te endeudás con todos los vecinos y encima imprimís billetes falsos para pagarles.

Hoy, con el nuevo enfoque que trajo Javier Milei y su equipo, el BCRA empieza a verse por lo que realmente es: una institución con obligaciones reales, que tiene activos, pasivos y un patrimonio. Como una empresa. Como vos y como yo. Y si no cuidás tu balance, te fundís. Así de simple.


¿Qué tiene y qué debe el BCRA?

El Banco Central tiene:

  • Activos: reservas internacionales (principalmente en dólares), y bonos del Tesoro, algunos más incobrables que una deuda de bar.
  • Pasivos: los pesos que están en circulación, los depósitos bancarios, y los famosos LELIQs y pases que cada vez pesan más en la mochila.

Pero hay algo clave: cada peso en la calle es, en realidad, una promesa. Una promesa del BCRA de que ese papel va a seguir valiendo algo mañana. Y cuando se emite sin respaldo, esa promesa se rompe. Y cuando se rompe, el que paga los platos rotos es el pueblo: el que vive al día, el que no puede ahorrar, el que no tiene dólares bajo el colchón.


La emisión descontrolada nos dejó al borde del abismo

En los años anteriores, el Central fue la billetera del Tesoro. Cada vez que al Estado no le daban los números (spoiler: casi siempre), se imprimía más. Eso llenó al BCRA de bonos que no podía vender, lo dejó sin reservas reales y lo atiborró de pasivos con intereses altísimos.

Resultado: un Central prácticamente quebrado, sin herramientas reales para hacer política monetaria. Y un Estado que tampoco podía sostenerse sin pedirle prestado al propio banco que estaba fundido. Un delirio circular que nos dejó como estamos: con inflación récord, salarios pulverizados y gente huyendo del peso como si fuera una papa caliente.


¿Cómo se corta ese círculo vicioso?

Con orden. Con disciplina. Y, sobre todo, con límites. El BCRA no puede ser más una billetera sin fondo.

Se empezó a aplicar una lógica de reabsorción de pesos:

  • Coordinación con el Tesoro para reducir la liquidez vía impuestos y cancelación de deuda.
  • Herramientas del mercado como letras y pases para sacar pesos del sistema sin necesidad de estrellar la economía.

Se empieza a usar el BCRA como lo que debe ser: una institución que cuida la moneda, no que la arruina.


El levantamiento del cepo: ni improvisado, ni salvaje

Muchos pensaban que sacar el cepo iba a ser una locura. Que iba a explotar todo. Y yo fui uno de ellos, cuando escuche la conferencia de Caputo, me imagine lo mismo que paso con Macri. Pero el gobierno sorprendió: se preparó el terreno, se negoció apoyo externo, se reestructuraron activos incobrables por reservas reales, y se armó un plan creíble.

¿Qué se hizo?

  • Se eliminó el cepo, liberando la compra y venta de divisas.
  • Se unificó el tipo de cambio, eliminando esa locura de tener mil dólares distintos.
  • Se prohibió constitucionalmente que el BCRA vuelva a financiar al Tesoro con emisión.

Todo esto, sin crisis ni estallido, quizá esto es mas cuestionable, pero creo que hemos transitado un periodo nunca visto y desde mi punto de vista así fue. Raro en Argentina, pero pasó.


Bandas cambiarias: una solución inteligente para ganar tiempo

No se pasó directo a la flotación libre, que con las reservas al límite sería suicida. Se optó por un sistema de bandas cambiarias, inspirado en modelos como el de Krugman: el dólar se mueve dentro de un rango, con cierta flexibilidad pero sin dejar que se dispare o se derrumbe.

Esto da previsibilidad al mercado, evita intervenciones desesperadas y permite ganar tiempo para fortalecer reservas y estabilizar expectativas. No es perfecto, pero es realista y técnicamente sólido. A diferencia de lo que hizo Macri en su momento, que también levantó el cepo pero sin plan, sin anclas y sin respaldo… y ya sabemos cómo terminó eso.


El respaldo externo: no menor, no simbólico

La visita de Scott Bessert, secretario del Tesoro de EE.UU., y el nuevo acuerdo con el FMI por USD 20.000 millones no son detalles decorativos. Son respaldo político y financiero. Un mensaje al mundo: “Argentina está intentando hacer las cosas bien”. Y eso, aunque no lo veas, impacta en el riesgo país, en las tasas de interés y en las inversiones.


Lo que ya empieza a moverse

Inflación:

Si se mantiene la prohibición de emitir para financiar el déficit, la inflación va a bajar. No de un día para el otro, pero ya hay señales. Las expectativas son clave, y hoy están cambiando.

Actividad económica:

Al principio hubo un golpe, sí. Pero algunos sectores empezaron a reactivarse. La apertura del mercado, la unificación del tipo de cambio y el nuevo clima de negocios están haciendo que la rueda empiece a girar. Si se sostiene el rumbo, el rebote puede ser fuerte.

Inversión:

Con reglas claras, empieza a llegar guita. Primero los que ya estaban acá, que reinvierten. Después vendrán los de afuera. Energía, construcción e infraestructura están en la mira.


¿Y los bonos, el riesgo país y la calificación?

El riesgo país sigue alto (870 pb), pero hay margen para que baje si se confirma la disciplina fiscal y monetaria. Además, si mantenemos la estabilidad y profundizamos el mercado de capitales, podemos volver a ser considerados “mercado emergente” por el MSCI. Eso abriría la puerta a fondos enormes que hoy ni nos registran.


¿Conclusión?

No estamos ante una solución mágica. Esto no es Disneylandia. Pero sí es un cambio de paradigma.

Por primera vez en mucho tiempo, Argentina está intentando construir una economía con reglas claras, con disciplina monetaria, con compromiso institucional. Estamos dejando atrás esa lógica de “emitir para todo” como si no hubiera mañana. Y aunque duela, aunque cueste, es el único camino serio si queremos tener futuro.

La gran pregunta es: ¿se va a sostener?
Si se mantiene el rumbo, si no se vuelve al populismo de corto plazo, si la política no se devora a la técnica, entonces sí: podríamos estar al borde de una etapa nueva para la Argentina.
No fácil. No gratis. Pero posible.

Un Comentario

Deje un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *